El nacimiento de Jesús

La navidad, o malamente llamada “ La Pascua ”, trae consigo un sin número de eventos, acciones y emociones que envuelve el ambiente de alegría y paz. Es donde los lejanos recuerdan a sus seres queridos, donde las guerras cesan, donde los enemigos pueden detener su ira, donde los empresarios dan rienda suelta a las más variadas invenciones para aumentar el consumismo excesivo e indebido y por sobre todo, donde la religión puede mostrar su razón de ser.

La navidad que festeja el Nacimiento de Jesús, es una celebración del pueblo cristiano por el portentoso acontecimiento que cambió la historia de la humanidad, Dios se hace hombre. No es simplemente las aventuras de un pobre niño en Belén de Judea que no tiene donde nacer, más bien, la navidad es una de las celebraciones más gloriosas y tremendas que le ha ocurrido al hombre “Jesús siendo en forma de Dios toma la forma de siervo”.

Quiero volver a decir ¡¡¡que tremendo!!! “Jesús siendo en forma de Dios toma la forma de siervo” y te invito a leer Filipenses 2:

5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

En su carta a los Filipenses, Pablo quiere dar a conocer la obra redentora de Dios por medio de Jesús. Es en este pasaje en donde Pablo manifiesta el cambio de forma que experimento Jesús para poder nacer.

Para lograr nacer “Dios tomó otra forma” una forma que no era la suya, la forma de siervo, es decir, aquel “adorado” por los siglos de los siglos pasó a Adorar; aquel venerado pasó a venerar; y ante quien se postraban, pasó a postrarse. El apóstol Pablo me enseña algo en Filipenses, “Cambiar de Forma”. Si me han formado de una forma, y valga la redundancia, al conocer a Cristo debo cambiar de “forma” y adoptar otra, es decir “Nacer de nuevo”.

A Cristo no le interesó ser igual como Dios “no estimó el ser igual a Dios”, él vino a tomar otra forma “siervo”. Un Dios que se hace hombre con todas sus falencias, debilidades y a su vez con toda su deidad limitada. Por esta razón, solo los que han nacido de nuevo pueden experimentar en parte esta nueva transformación, el tomar una forma distinta a la que habían vivido hasta ese entonces, obviamente las proporciones son inmensas, nosotros no éramos dioses, en cambio él, Jesús, era Dios antes de tomar una nueva forma, era Dios en toda su esencia y habitó entre nosotros, el Emmanuel.

Dentro de la iglesia primitiva de los siglos I y II estaban los llamados “confesores”, hermanos fervientes, apasionados, que no renegaron de su fe, y estaban dispuesto a dar sus vidas si fuese necesario pero no postrarse ante los dioses paganos de su tiempo, ni mucho menos aceptar la creencia que un hombre como César fuese dios, ellos negarían esa creencias. Quiero unirme a su recuerdo y apología, quiero ser un “confesor” guardando las proporciones del caso, pero deseo manifestar también que hay un solo Dios, que Cristo es hijo de Dios y que el Espíritu Santo es Dios y que nada les va a robar la gloria debida a su nombre.

Las fiestas han sido una de las armas más poderosas que ha utilizado Satanás en los últimos tiempos, porque son estas las que desvian la atención del hombre hacia lo pagano, por esta justa razón los judíos Ortodoxos nos llaman “La occidental idólatra”, porque ellos no comprenden como podemos tener un Dios y celebrar fiestas paganas que le quitan la gloria a Dios.

Un ejemplo sencillo de lo que manifiesto es “ La Semana Santa”. La semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, o, lo que es igual, conmemorar sus últimos días, sin embargo, en el occidente, en nuestro continente “el conejo de la Pascua ” hace su gloriosa aparición. Para mucho es una mofada hablar de esto, no obstante el verdadero significado de la muerte y resurrección se pierde porque un conejo recibe toda la atención. Si investigamos el trasfondo histórico del surgimiento del Conejo de Pascua nos escandalizaríamos, así como si también quisiésemos averiguar los trasfondos de la fiesta de Halloween, sería horrible, sin embargo, las tradiciones y culturas extranjeras nos absorben. Me pregunto ¿Qué tiene que ver un Conejo en Pascua? ¿Puede un conejo dar huevos?, es para la risa, pero quita la atención de lo más sublime que sucedió con la pasión de Cristo. Pablo recuerda en la carta a Corintios la forma de recordar la pasión de Cristo, la noche antes de sufrir la muerte y muerte de cruz:

“Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo que por vosotros es partido: haced esto en memoria de mí” (1 corintios 11:24)

La semana santa es una celebración para recordarnos por lo menos una vez al año de la gran misericordia de Dios donde Jesús absorbió toda su ira sobre su cuerpo, entregándose por cada uno de nosotros.

Lo mismo sucede hoy en esta celebración llamada “Navidad”. Curiosamente el hombre guiado por su egoísmo y maldad se ha aprovechado de esta fecha tan noble, ahora ya no es un conejo de la Pascua , es el Viejo Pascuero, Santa Claus o sencillamente Papá Noé, que no tiene nada de pascuero, ni mucho menos de santo, pero tal vez en mi ironía tiene algo de “Noé”, porque en nuestra jerga este barrigón, barbón y rostro colorado como las mas cómicas caricaturas de hombres ebrios empedernidos, que trata de entrar por las chimeneas y que su inmensa barriga se lo impide “NOE”, Noé…no es, no es aquel que brilla con luz propia llamado Jesús.

No pueden, en ningún caso estas figuras cómicas que divierten nuestra imaginación y que distraen al hombre pretender cambiar la gloria de Dios por una vana publicidad, no pueden compararse con aquel que se hizo hombre para vivir entre nosotros y mostrarnos de esta forma el carácter de un Dios tan poderoso que entrego lo más apreciado que tenía “su hijo”.

Este Dios se hace hombre y toma la forma de siervo, para enseñarnos que el hijo de Dios no vino a ser servido, sino a servir, y que esa debe ser nuestra nueva naturaleza “la forma de un siervo”.

De esta manera quiero invitarles a Celebrar con mucha expectativa esta fiesta “Dios se hace siervo” para redimirnos posteriormente del pecado que nos gobernaba. No permitamos que la gloria de Dios sea opacada, celebremos como es debido y unámonos al coro angelical de aquella bendita noche “Gloria a Dios en las alturas”


LUIS VIDAL MONTIEL
D i r e c t o r d e K a t a r t i s m o s
Bachiller en Teología
http://vidalmontiel.blogspot.com/